El pH se utiliza en química como medida del grado de acidez o alcalinidad de un elemento normalmente evaluado en su estado líquido. En el caso de la piel suele ser útil para conocer qué productos de higiene o belleza tienden a ser o no los más adecuados, y cuáles pueden hacernos daño. También es cierto que esta cuestión dependerá del tipo de piel de cada cual, dado que no es lo mismo una persona con la piel sensible que otra que no la tenga tan sensible.
De manera más inteligible, definiremos el ph como la medida que determina el grado de acidez o de suavidad de un producto. La piel contiene un ph entre 7, marcado como el ph-neutro al nacer y entre 5.5 y 6 en la edad adulta. Por ejemplo, si un producto contiene un ph inferior al ph neutro, le llamaremos ph ácido, pues predominan los hidrogeniones y si el ph es mayor es más alcalino.
Por ello los componentes que se emplean para la higiene, especialmente los jabonosos suelen contener un ph de 7.5 a 8, pues la sencilla aplicación del producto permite que el ph de la piel ascienda a 7 y 7.5. Debido a esto aconsejamos aplicar un producto que contenga un ph de nivel más bajo.
No obstante, si la total aplicación de los productos del baño no mantienen un ph exactamente igual que el de la piel, no debemos alarmarnos pues después de un periodo de tiempo el mismo ph de la piel vuelve a reponerse y mantener su ph constante.