Hoy celebramos el Día de los Abuelos con un cariñoso homenaje a Juanita, una «abuelilla» con súper poderes que le hacen muy especial.
A Juanita no la conocíamos, pero la hemos adoptado el mismo día en que su nieta nos la presentó. Rebeca, consultora de belleza en Bella Aurora, iba por los pasillos presumiendo de abuela y sin darse cuenta perdió la exclusividad. Ahora tendrá que compartirla con todos nosotros.
Sus ojillos vivarachos y brillantes como dos chispas asoman a través de los cristales de sus modernas gafas. A sus 86 años, Juanita se confiesa coqueta, luce un cutis precioso y una mirada de niña pillina.
“No sale de casa sin pintar los labios de rojo y sin darse colorete y todos los viernes va a la peluquería”, desvela Rebeca. Lejos de regañarle, la abuela remarca “nunca he sido dejada y por eso logré casarme con Tomás que era el más guapo, el más trabajador y muy bueno, era un sol”.
Lo de cuidar su apariencia le viene desde tierna edad. “Con 15 años iba a vendimiar y a recoger manzanilla para poder pagar el tarro verde de Bella Aurora. Como era muy morena y quería blanquear mi piel, recorría 15 kilómetros para ir a la droguería del pueblo a por mis cremitas Bella Aurora”, recuerda Juanita.
Tal vez por eso, cuando, hace cuatro años, Rebeca le sorprendió con la noticia de que había encontrado un nuevo trabajo en una empresa del sector de la cosmética se le saltaron las lágrimas. “Quien me iba a decir a mí que mi nieta un día trabajaría en Bella Aurora…”, dice.
Ante la mirada atenta de la abuela, Rebeca recuerda el día en que viajó a Barcelona para conocer las oficinas de Bella Aurora. “Me moría de nervios y miedo porque nunca me había montado en un avión. Comenté en la empresa que tenía miedo a volar y me acompañaron al aeropuerto, me ayudaron a facturar, me cuidaron muchísimo desde el primer día, jamás lo olvidaré”.
Juanita asiente con la cabeza. Ella, mejor que nadie, sabe la importancia de cuidar a los demás. Lo lleva haciendo toda su vida. Primero a sus padres, después a sus hijos y nietos y sobre todo al “chico más guapo del pueblo” con quien compartió 58 años de tangos, jotas y pasodobles y a quien, desde hace un par de meses, le envía “un besito cada noche”.
Pero Juanita tiene súper poderes y sale de los baches con una sonrisa. Su truco para mantenerla bien encendida es ponerse el delantal y ver como los suyos “se chupan los dedos” con su jugoso marmitako y la deliciosa paloma guisada con arroz.
Para Rebeca, la nieta que ahora tiene que compartir abuela con todos nosotros y que está a punto de regalarle un bisnieto, el gran poder de su Juanita es “tocar el corazón de los demás con su fuerza, valentía y generosidad”. En eso también coincidimos sus nuevos nietos.
Con esta pequeña historia dedicada a Juanita, queremos dar las gracias a todos los abuelos y abuelas por su papel en nuestras vidas. Aunque veamos cómo se hacen cada vez más pequeñitos son la eterna viga maestra de nuestras familias.
Cuatro generaciones en una misma foto: La nieta Rebeca, el bisnieto Marco (dormitando en el vientre de Rebeca), la abuela Juanita y la madre Consuelo.