La piel luminosa, de aspecto alabastrado, igualada, sin imperfecciones, como la superficie de un pañuelo de seda, es el sueño de las mujeres desde siempre.
Ya en el antiguo Egipto, los baños de leche de Cleopatra y los polvos de color blanco para hacer la piel más blanca y que los ojos destacaran, dan prueba de esta preocupación y este deseo. En La Antigua Grecia, la piel blanca y alabastrada era símbolo de pasión en las mujeres y se buscaba mediante cosméticos extraídos de flores o de minerales. En la Roma clásica, tras las conquistas de Julio Cesar de los territorios germánicos, hubo un auténtico “boom” de la piel blanca y el cabello rubio de las mujeres de esas tierras.
Aunque en la Edad Media se pierde esta pasión por la belleza y el culto a la piel, no dejan de venderse ungüentos y afeites traídos de lejanos lugares en la época de las cruzadas y es en el renacimiento donde la belleza lo envuelve todo y se convierte en una forma de vida. De hecho en el Siglo XVI surge el primer laboratorio cosmético y de medicina de manos de los monjes de Santa María Novella. El ideal de belleza italiano en este momento se exportaba a toda Europa y consistía entre otras cosas, en la frente despejada y en la piel blanca, igualada, sin mácula. Surgen en este momento tratados sobre belleza para la mujer.
Catalina de Medici, al trasladar su residencia a Paris, es quien lleva el centro del interés sobre la cosmética a la capital francesa y se crea el primer instituto de belleza. La moda en este momento era la cara empolvada con harina de arroz para hacerla parecer más blanca, igualada y empolvada y sobre ese lienzo impoluto, se aplicaban coloretes, lunares dibujados, bocas pequeñas en forma de corazón…
Tras el paréntesis de la Revolución Francesa y ya en el siglo XIX, retorna a la moda la piel blanca tanto en el rostro como en los hombros. La tendencia de la piel de porcelana se contradecía con el estilo de vida de las mujeres nobles de la época, llena de fiestas, de mala alimentación que hacían mella en la piel, por lo que las mujeres acudían a los balnearios, al mar, en busca de sus buenas propiedades para la piel.
Fuera de Europa, la tendencia estética de la mujer China consiste en una piel sin imperfecciones, delicada, fina… el cutis es cuidado al máximo. En Japón, igualmente, el cutis cuidado y blanco contrastando con el pelo brillante y negro era lo más buscado.
Hoy en día, no hemos cambiado nada… las mujeres buscamos una piel con aspecto uniforme, liso… una piel que parezca de terciopelo. Es cierto que en la actualidad la moda de la piel blanca tiene sus fans como también la moda de la piel bronceada. Pero nos guste el aspecto alabastrado o el morenito caribeño, queremos la piel de las modelos de las revistas, luminosa, lisa…
Pero no es fácil… son muchos los factores que producen manchas y desigualdades en nuestra piel… el sol, la edad, el acné… y por mucha rutina de belleza que llevemos en casa a menudo no podemos evitar estas imperfecciones.
Por suerte, en la actualidad hay muchos tratamientos que dan buenos resultados ante estos problemas. Tenemos concentrados que se aplican directamente sobre las manchas, o cremas hidratantes que van despigmentando las manchas e imperfecciones poco a poco. Eso si, hay que armarse de tres cosméticos fundamentales: la CONSTANCIA, la PACIENCIA y EL RESPETO AL SOL.
- CONSTANCIA porque ningún tratamiento es un milagro que nos vaya transformar en Nicole Kidman en una noche. Todos requieren su tiempo y más aun si lo que buscamos son fórmulas delicadas que no agredan nuestra piel. Los tratamientos demasiado rápidos y agresivos pueden producir efectos adversos e incluso rebote. No debemos desesperar y sí tomarnos el tratamiento como algo obligatorio del día a día. Hay que ser firmes en cuanto a nuestra obligación diaria de limpiar la piel, tratarla y protegerla. TODOS LOS DÍAS.
- PACIENCIA porque hay que dar tiempo a los tratamientos para que funcionen. Es habitual que cuando no vemos resultados a corto plazo decidamos dejarlos y probar otras cosas. Hay que ser conscientes de que el tiempo es uno más de los puntos fundamentales que llevan a la mejoría de nuestra piel.
- Y RESPETO AL SOL porque nunca es inofensivo. Es normal que en días que hace frío o que vamos a salir poco tiempo pensemos que no hace falta protegerse ya que no nos “va a dar mucho el sol”. Esto es un error. Es necesaria SIEMPRE la protección solar. De esto hace tiempo que me doy cuenta… tanto que desde el verano pasado ¡uso sombrilla!. Si… una sombrillita de encajes, monísima… además de alta protección solar a diario, sea invierno o verano, haga sol o nubes. Además, si nuestras manchas son fruto de antiguos granitos, el sol también va a hacer que se marquen más ya que la piel en esa zona es nueva y por lo tanto más fotosensible.
Por lo tanto, cuidemos nuestra piel, invirtamos tiempo y energía en tenerla bonita, cuidada, sana y sin manchas. Merece la pena. Un buen lienzo es fundamental para después poder divertirnos con la cosmética y el maquillaje que al fin y al cabo es nuestra pasión y por supuesto, sentirnos como las princesas egipcias, las patricias griegas y romanas, las nobles del renacimiento… las mujeres maravillosas y hermosas que somos.
Si queréis saber más sobre belleza, no olvidéis visitar mi blog Porpora Porpita